lunes, 27 de abril de 2009

IMAGINATE QUE TE QUIERO (ILY)

SENTADA AL SOL


Sentada al sol, ¿quién es la chica tan mona que está conmigo? me recuerda a alguien, pero, ¿quién es?

Observo mis manos, mi piel está arrugada, mis dedos retorcidos con nudos, bajo la mirada, permanezco sentada en una silla. ¿A dónde se ha ido la chica tan mona que siempre está conmigo y se encarga de llevarme de un sitio a otro? ¿Quién podrá ser? Me dijo su nombre, pero ¿cual fue?

Todos los días paseamos por la ribera de río, no me acuerdo del nombre del río, sólo recuerdo el sabor de la sal en mis labios.

Hablo con la chica tan mona y le digo que el río tiene sal y me contesta: no, es agua dulce. ¿Por qué me acuerdo de la sal con el río?

Miro el agua del río, es clara, transparente, inquieta, salteada por el cauce, arropando y acariciando las piedras que lo sujetan; indómito río.

Fuerza enigmática y poderosa en su cauce, vas a su antojo y no vuelves, siempre cumpliendo con el destino, cantarina, quieres que te escuchen buscando el final en el mar. ¿Quién es esa chica tan mona?, no me acuerdo quién es.

Todos los días me saca a pasear, pero quién es no me acuerdo, sólo la sal en mí boca.

En mis manos tengo una caja de madera y un pájaro de nácar incrustado. Dentro de la caja hay una piedra granate con forma de corazón; lo sé porque la chica tan mona me lo dice todos los días.

Acaricio la piedra, me recuerda algo y sonrío, la sal en mi boca, el olor a lavanda, suavidad, tranquilidad en mi alma, el sol en mi cara, risas en el fondo, días gélidos de luz, alegría…
Dime, pero ¿quién eres? no te recuerdo, no sé cómo te llamas, pero sé que te quiero desde dentro de mí, pero tus ojos son de alguien que conocí, no sé...

Mamá, no te preocupes, soy tu hija Lucía.

Tu eres mi hija, tengo una hija y donde esta tu padre, porque hay un padre.

Mamá, papá no está con nosotras, ¿no te acuerdas de él?, si le quisiste con locura.

Siiiii, me acuerdo, ¡cómo no me voy acordar de tu padre!, eres como él, tienes sus mismos ojos azules ¿pero quién eres?

Mamá, papá tenia los ojos negros como el azabache, mamáááá, y se marchó con las lagrimas en los ojos de desesperación e impotencia.

Pero, ¿qué le voy a hacer, no me acuerdo de ella, pero su padre tenia los ojos azules, lo sabré yo.
Debo de recordar el nombre de esta chica tan mona. Es mi hija, se llama Laura

QUIERO


Quiero volver a sentir el olor de tu piel, recordar tus ojos y el sabor de tu boca.
Quiero tocar tu piel y oír cómo suspiras.
Quiero que vuelvas pronto para volver a sentir y a ser deseada.
Quiero que los días sean cortos y las noches largas para poder soñarte.
Quiero que volvamos a querer, pero no estás…
Ven y quiéreme como las anteriores veces.
Ven y dime que soy tuya.
Ven y juntos haremos lo que nunca se debía de acabar…
No me dejes así, dame otra vez la pasión de tus besos, las acaricias incontroladas…

UN PASEO POR LA CIUDAD DEL AGUA


Paseaba por la ciudad del agua esta mañana y, como todas las mañanas, voy descubriendo algo de mí o de mi ciudad.


Por primera vez vi volar a un pato, hasta ahora no sabía muy bien si los patos nadaban solamente, o además volaban, pero como aparecieron desde el cielo sobre el agua, querida, vuelan.


Observé una pareja, no cualquier pareja. Al principio él le daba la mano y después pasaron todo el camino abrazados, no pasaban ni cinco minutos, se besaban.


Queridos lectores, ¡qué envidia me daba esta pareja! no sabía quienes eran, pero miraba los ojos de él, de cariño, amor, ilusión, de volver a empezar, alucinación y orgullo de estar con la mujer que en ese momento amaba. Ella sonreía tranquilamente, ojos pícaros esperando recibir dosis de amor, placer, cada vez que se acercaban había una unión que sólo los dos entendían...


Nunca podré decir lo que se decían, pero sonreían y se divertían, sólo alguna vez decía ella: ni se te ocurra.


Una pareja que se paraba miraba un pájaro, un río, un árbol, un perro que amaba la naturaleza como se amaban así mismos, tal como la naturaleza los hizo: desnudos, con la magia de que nunca estaban separados


Ellos me miraban pero no me veían, estaban contentos. Por un momento me contagió su alegría y el calor que proyectaban en el entorno, ya que apenas sentía el frío que me calaba hasta los huesos el viento y que se me clavaban como cuchillas en mi cara.


Su paseo no tenía fin, Yo me desvié pero les dije al viento: sed felices, retornad, quiero volver a ver la felicidad en estado puro.