domingo, 12 de abril de 2009


Recuerdo…


Recuerdo una piedra blanca y negra
Recuerdo rodeada entre tus brazos después de un gran disgusto
Recuerdo mi sal en mi boca
Recuerdo un beso me elevo más de cincuenta centímetros
Recuerdo el adiós de todos lo días deseando de nunca podré decir adiós.
Recuerdo zapatos, ropas alborotadas, desorden alrededor pero una gran unión entre nosotros
Recuerdo tus acaricias en mi espalda
Recuerdo cuando te rodee entre mis brazos y descansaste
Recuerdo un café prometedor
Recuerdo paseos ilimitados
Recuerdo la primera vez que te ame
Recuerdo los millones de besos que me distes
Recuerdo tu intima voz en mi oído
Recuerdo un pájaro posarse en una isla en un río
Recuerdo un puente con aguas
Recuerdo el barro en mis zapatos
Recuerdo las millones de veces que se caen las medias
Recuerdo la fuerza de tu mirada y la pasión de tu corazón
Recuerdo la última vez que me hiciste suspirar
Recuerdo parte de ti dentro de mi boca
Recuerdo lo que calle para no preocupar
Recuerdo abrazados cantando canciones de amor
Recuerdo el perfume del amor
Recuerdo cuando hablamos de nuestros planes de futuro a corto plazo
Recuerdo días robados horas robadas que me saben a gloria
Recuerdo como recorres cada centímetro de mi piel con el tacto de tus sedosos dedos
Recuerdo millones de repuestas en mi cuerpo deseando que no se acabe
Recuerdo que en mi cuerpo dibujas figuras geométricas como si mi piel fuera tu papiro donde quieres grabar nuestra historia de amor
Recuerdo tus ojos atentos en cada movimiento de mi cuerpo
Recuerdo tiempo de paz y tranquilidad, compartiendo deseándonos hablándonos amándonos conversando paseamos llorando
Recuerdo el lazo que hemos creado que se une nuestras almas



GUARDI, Francesco.






PINTURA EUROPEA DE VISTAS DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX Y GABINETE DE PINTURA COLONIAL GUARDI,


Francesco (Venecia, 1712 - Venecia, 1793)


Vista del Canal de la Giudecca con Le Zattere, las iglesias de San Biagio y Santa Marta, la isla de San Giorgio in Alga y, al fondo, los montes Eugáneosc. 1757-1758


Óleo sobre lienzo, 71,3 x 119 cm


Colección Carmen Thyssen-BornemiszaEmbarcaciones de todo tipo surcan las aguas del canal de la Giudecca, que se extienden en la lejanía hasta las cimas de los montes Eugáneos; a la derecha la orilla de las Zattere, desde las Fondamenta del Ponte Lungo hasta la punta de Santa Marta; a la izquierda un fragmento de la Giudecca, con la iglesia ahora destruida de los santos Biagio y Cataldo (actualmente se halla en su lugar el antiguo Molino Stucky) y, más adelante, la isla de San Giorgio in Alga.La crítica ha recalcado claramente las relaciones con cuadros análogos de la laguna, fruto de encargos ingleses, pertenecientes a tres grupos distintos: el primero, compuesto por cinco obras, incluida la que reseñamos aquí, fue propiedad del barón Henry Fitz Walter hasta 1931; el segundo grupo, de seis obras, pertenece a la colección del duque de Buccleuch, en Bowhill House; otros dos cuadros pertenecieron a la colección Sondes de Lees Court. De lo que al parecer no hay duda es del origen de la parte derecha del lienzo, con una porción de la orilla de las Zattere, inspirada en un dibujo de Guardi que perteneció a la Colección Chennevières (Christie’s Londres, 25 de junio de 1974, lote 197), que se diferencia de éste fundamentalmente por la amplia descripción de la orilla, y por la inclusión, en el extremo derecho, de un edificio bajo que una pequeña calle separa de la anexa Ca’ Zorzi, que en el lienzo no aparece. Cabe observar que de la iglesia de Santa Marta, visible a lo lejos, sólo queda en pie la estructura exterior, englobada en la zona portuaria del barrio homónimo, el área más occidental de la ciudad y especie de paradigma de periferia protoindustrial. Probablemente se utilizara el mismo dibujo para componer otras dos vistas muy semejantes a ésta, igualmente firmadas (colecciones Buccleuch y Sondes). Ambas derivan del prototipo Thyssen, como desarrollos ampliados de una porción visual que inicialmente no comprendía uno de los ejemplos más famosos de la arquitectura veneciana del siglo xviii, la iglesia de los Gesuati, erigida a partir de un proyecto de Giorgio Massari entre 1723 y 1736.A pesar de la ausencia de referencias cronológicas fiables de gran parte de la carrera de Guardi, Morassi propuso fechar parte de los tres grupos de obras «inglesas» antes mencionadas en torno a 1745-1750, mientras que Succi se inclinaba por una fecha posterior en torno a 1750. De las idas y venidas de los coleccionistas que realizaban su Grand Tour hacia mediados del siglo se pueden deducir elementos más precisos. Así por ejemplo, Sir Brook Bridges, el único antepasado de lord Fitz Walter que mostró interés por las artes, realizó su gira entre 1757 y 1760, estando documentado en Padua (y, por lo tanto, probablemente en Venecia) en junio de 1757. Posó para Batoni y Mengs en 1758, el mismo año en que otro inglés, John Montagu (lord Brundenell, luego marqués de Monthermer) —que probablemente comprara los seis cuadros de Guardi que luego pasaron a la Colección Buccleuch— fue retratado por dichos artistas. Montagu permaneció en Venecia desde septiembre de 1758 hasta principios de 1760, pero no podemos dejar de señalar que éste, tal vez en 1757, le encargó a Antonio Joli una serie de treinta y nueve vistas de ciudades italianas y francesas en las que se había detenido durante su Tour, además de dos vistas del Vesubio y de la costa napolitana que ejecutó Carlo Bonavia (la primera de ellas fechada precisamente en 1757). Puesto que cuatro de las vistas de Guardi que estuvieron en la Colección Buccleuch todavía se encuentran en la residencia de Montagu en Bowhill, junto con dieciséis de las vistas topográficas de Joli y la de la costa napolitana de Bonavia, parece lógico relacionar con éstas el nombre de lord Brundenell, cabiendo suponer relaciones posibles, si no seguras, entre los distintos coleccionistas británicos que realizaron su Grand Tour. Otro vínculo con estas fechas y este grupito de ingleses deriva de la procedencia de Lees Court de dos versiones de otro retrato sin identificar de Batoni (que Clark fecha en torno a 1758); es decir de la misma colección en la que se incluía la versión de menor formato del Canal de la Giudecca de Francesco Guardi. En definitiva, se puede plantear razonablemente la hipótesis de que el lienzo de la Colección Thyssen (desde luego de época no tardía, pues todavía está muy anclado en la inspiración canalettiana) y los que originalmente lo acompañaban fueron encargados en 1757 o a principios de 1758, y en septiembre de este último año los de la Colección Buccleuch. Roberto Contini






http://coleccionctb.museothyssen.org/ColeccionCTB/esp/htm/obra66/ficha.htm








En los alrededores del Monte SINAI

Se levanta con la extraña sensación de que tiene que salvar a una mujer. Todas las noches sueña con ella, pero ¿quién es ella?, ¿por qué está todos los días en su mente? Ella es alta, rubia, ojos verdes, en su cuello le cuelga una moneda de oro con la imagen de Santa Catalina de Alejandría y se viste con ropa extraña: lleva pantalones y una camisa, como los hombres.

Fija su mirada en el infinito, pensativa, muchas veces cierra los ojos, con el objeto de retener algo, no sé si es el llanto, el dolor o la tristeza y un segundo después los abre, y veo el iris de sus ojos más brillante.

Ladea su cara hacia la derecha, sonríe tristemente, y con el dedo índice traza círculos por sus labios, cara y cuello. Con esa acaricia recuerda la última vez que la besaron.

Con esa inquietud, sale de sus aposentos, se mira al espejo y observa cómo su cuerpo se está ensanchando y sus curvas son más redondas. Sonríe y piensa para sus adentros: fruto de una noche de amor; durante un instante él fue sólo mío, a ti, en cambio, sangre de su sangre, te tendré para siempre.

Va directamente hacia la Abadía donde vivía su hermano con algunos monjes. Unos trabajaban en el campo, otros en la construcción o en la reparación de su propio monasterio, algunos se dedicaban a la crianza de los animales y los demás escribían o copiaban los manuscritos, y todos, asistiendo a los oficios religiosos, creían dar gusto a Dios.
El monasterio estaba cerca del castillo. Paseando se podían ver las inmensas tierras que abarcaban el dominio del monasterio Esto se había logrado mediante donaciones, según decían, algunas del rey o de los nobles y hasta del pueblo en general.

Toda la producción de estas tierras era para el monasterio que, además, percibía rentas, explotaba bosques, cobraba derechos de paso por sus territorios, e impuestos por las actividades económicas que se realizaban en ellos, recogiendo, también, las primicias de las tierras.

Los monjes no se podían quejar; vivían mucho mejor que los campesinos, podían comer dos veces al día, estaban resguardados del calor y tenían un sitio para dormir.

Su hermano, hombre culto y soñador, quería fomentar la cultura en el pueblo, roturar nuevos terrenos, perfeccionar sistemas agrícolas, enseñar oficios y cultivar las bellas artes: transmitiendo los escritos clásicos de la antigüedad, copiando manuscritos en el scriptorium de sus conventos, enseñando la música y el canto en la “schola” y haciendo al pueblo partícipe de la sabiduría monacal. Él mantenía el ideal de una persona culta en medio de una sociedad violenta y casi analfabeta.

El monasterio, separado del mundo por la clausura, formaba una familia de la que el abad era padre y donde todo era común. La regla obligaba a la lectura y al trabajo manual: “ora et labora”: reza y trabaja.

No era habitual que una mujer les visitara, pero ella tenía un permiso que le concedió el Papa. Así que, de vez en cuando, va a ver a su hermano. Normalmente le lleva algunos regalos, sobre todo manuscritos de la cultura griega y romana procedente del legado de la familia, y era su deseo que conservasen y estudiasen la historia y la literatura antigua, ora copiando detallada y minuciosamente por los monjes en el scriptoria o scriptorium, ora siendo los propios testigos de la historia en el paso del tiempo.

Estaba convenciendo a su hermano para que construyese una ermita, encima de la gruta existente al lado del monasterio, para dar culto a Santa Catalina de Alejandría.

La santa nació en Alejandría, Egipto, en el 290, en el seno de una noble familia, dotada con una gran inteligencia destacó, en seguida, por sus muchos estudios y extensos conocimientos. Tras una noche en la que se le apareció Cristo, decidió consagrarle su vida, considerándose, desde entonces, su prometida.

El emperador Maximiano acudía a Alejandría y Catalina deseaba convertirlo al cristianismo. El Emperador se enfadó y para ponerla a prueba, le impuso un debate filosófico con cincuenta sabios, a los que trataría de convertir. Lo logró, lo que provocó la ira del Emperador que hizo ejecutar a los sabios, no sin antes proponer a Catalina que se casara con uno de ellos, a lo que se negó.

El emperador ordenó que la torturaran utilizando para ello una maquina que tenía unas ruedas guarnecidas con pinchos. Pero las ruedas, milagrosamente, se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina y el Emperador ordenó su muerte y fue decapitada..
Cada vez que iba al monasterio y antes de ver a su hermano, le enseñaban cómo avanzaban las obras


El monasterio se componía de diversas partes y estancias:
La Iglesia, lugar de oración, era el edificio principal y alrededor de él se iban alzando las dependencias necesarias. La iglesia se empezaba a construir por el ábside y en torno a ella se construía el resto. La Iglesia tenía fácil comunicación con las celdas de los monjes a través de una escalera interior y con el claustro
El claustro estaba construido al lado de la nave sur de la iglesia y por una puerta se accedía directamente a ésta, alrededor del claustro estaban distribuidas las estancias de mayor uso para la vida de los monjes
El claustro era de planta cuadrada y cada uno de los cuatro lado recibía el nombre de panda. En el centro había un pozo y en el espacio restante un jardín con cuatro caminos.
Cada panda tenía una galería cubierta limitada por arcadas. En la panda cerca de la iglesia, se hallaba una pequeña estancia, la pequeña Biblioteca llamada armariolum o armarium y en él se depositaban los libros litúrgicos y los de lectura de los monjes.
En la panda sur, estaba el calefactorio, donde descansaban los monjes y entraban en calor. Al lado, el refectorio o comedor y colindante con él, la cocina. A la panda oeste, se solía llamar de legos o de conversos y tenía el callejón, también de legos, por el que éstos entraban y salían y a lado estaba la cilla o despensa con la bodega.
A continuación, se hallaba la sala capitular, es el lugar donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde su hermano organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes.
Las celdas de los monjes se situaban en el piso superior. Más allá del scriptorium estaba el huerto, la enfermería y el locutorio. Los establos, lagares, molinos, etc., y también el cementerio se encontraba en el terreno monacal.

Su hermano le esperaba en el jardín con los brazos abiertos y le dio un gran abrazo.

Mientras caminaban su hermano le dijo: Hermana, ¿quieres seguir con el embarazo, se te ha empezado a notar, piensa que no estas casada y pronto empezarán las habladurías? –dijo sigilosamente- no queriendo que nadie le oyera.

¡Ay, querido hermano qué importancia tienen ahora las habladurías!, dime, qué es lo que realmente importa, tendremos un heredero en la familia y será hijo de nobles,-argumentó

Vengo para insistirte que construyas la ermita, dijo cambiando de tema.

Hermana, no cambies de tema, acuérdate que soy un hombre público, sería una mancha para mi carrera- le reprocha el abad

¿Tanta importancia le das?, Está bien, me marcharé de la ciudad. Con una sola condición: que construyas la ermita -para ella la felicidad de su hermano es lo más importante, pero el amor que siente como madre supera a cualquier otro.

Miriam se da la vuelta dejando a su hermano y llena de furia y rabia sale del monasterio, sabiendo ya cuál será su próximo destino.

Al caer la noche, sale de sus aposentos, mirando por última vez los anchos muros de piedra con sus pequeñas ventanas, pasa por la cámara medieval donde los caballeros estaban hablando de la guerra y sus primas los escuchaban mientras bordaban.

Protege su cuerpo de los malos espíritus de la noche con una manta gruesa y deja atrás el castillo; tenía que huir de su familia y de su vida pasada, para volver a empezar en alguna otra parte.

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Cerca del Monte Sinaí, en otro lugar y en otro tiempo, una mujer estaba arrodillada a los pies de Santa Catalina de Alejandría. Ve la imagen, una talla de madera, con aureola tricolor: blanca, simbolizando la virginidad, verde por la sabiduría y roja por el martirio. En su mano izquierda, llevaba la palma, señal que había fallecido mártir, y el libro de los Evangelios. Mientras pedía que desparecieran las nauseas matutinas y se escuchaba el goteo del agua que procedía de la gruta.
Su busca emitió un pitido y en la pantalla le indicó un lugar, salió de la gruta y se dirigió a dicho lugar.
Entró en la casa ya acordonada por la cinta azul y blanca de la policía científica, llevando colgada al cuello su identificación y una medalla de oro de Santa Catalina de Alejandría. El asesinato se cometió en el interior de la casa, María observó el lugar de los hechos.
Encontró una huella del sospechoso en el timbre y en la manivela de la puerta.
Descubrió en el suelo huellas de pisadas, con un rastro de tierra sobre el parqué flotante. Ella saboreo la tierra, le pareció ácida y con un sabor de hierro. Pudo ver que había unas pequeñas hojas granates, como de arce, por lo que pidió la lista de los jardines japoneses en los que hubiera ese arbusto.
Recorrió con la mirada la dirección de las huellas, y vio que el final de la hilera se dirigía al dormitorio
En la mesilla había un despertador, la alarma estaba para que sonora a las seis y treinta, nadie la había desconectado eso quería decir que la hora del asesinato debería de ser antes de esa hora, si no la víctima lo hubiera apagado.
La encontró tendida en la cama, con los pies colgando y un disparo en mitad de la frente. Miró detenidamente la herida que era de contacto firme, se veían los bordes negros y quemados a partir de los que se irradiaban desgarros; la herida era de forma estrellada y profunda, por lo que se podría deducir que la arma seria una Mágnum 0357.
Se encontraron salpicaduras que se proyectaban en todas las direcciones hasta una distancia del orificio de entrada de unos setenta centímetros.
Aparentemente, el motivo no era el hurto. Por otro lado no había violencia, todo era muy limpio y exacto. María supuso que el asesino conocía a la victima y a sangre fría la mató.
María, forense de profesión, estaba dejando atrás una relación tempestuosa y apasionada, y al final había habido dolor, decepción sufrimiento y traición.
En uno de los viajes que realizaba, no sabía muy bien si para buscar su origen o la paz de su alma, su destino era Alejandría. Paseando por una aldea alejada de la mano de Dios, entró en una tienda de antigüedades buscando un recuerdo para llevárselo a su nueva casa; en cada viaje compraba un recuerdo para decorar
En esa tienda de antigüedades, en la parte trasera había una habitación como una especie de templo, un hombre disfrazado de faraón con las galas de sumo sacerdote, a su izquierda tenía una tinaja, llena de agua sagrada de un determinado lago, para purificarse y el ritual debería ser al alba, pero en este caso sería una excepción y a la izquierda estaba el Dios Naos.
Mientras las sacerdotisas cantaban y depositaban las ofrendas sobre la mesa, el sacerdote se quedaba solo recitando una formula: Soy el esclavo de Re, soy el sacerdote puro, puesto que me he purificado. Mis purificaciones son las purificaciones de los dioses.
Una puerta se abrió descorriendo un cerrojo y rompiendo un sello y tras él, saltó un segundo sello y mientras se abrían las puertas, el dios era una estatua de madera que mediante la imposición de sus manos el sacerdote le devolvía el alma y se despertaba.
El sacerdote se acerco a mí, me toco las manos y sentí como un escalofrío que recorrió mi cuerpo, empecé a marearme, no sé si fue por el incienso y me dio a beber, en un vaso de piedra de las zonas rocosas del valle del Nilo
En ese momento toda la tensión acumulada en estos años desapareció y pase a un estado de flotación, mi cuerpo era ligero como una pluma y me desplacé a otro sitio, en otro lugar y vi a una mujer bebiendo en un vaso de piedra.
Cuando se dan estos casos se abre una barrera, el tiempo y el espacio no existen y las dos almas quedan unidas para toda la vida María es Miriam y Miriam es María.

LA SOMBRA


Paseando por el Museo Thysenn Bornemisza hay esta exposicion los dias 10.02 al 17-05-.2009

LA SOMBRA

Una antigua fábula de Plinio el Viejo († 79 d.C) sitúa el origen de la pintura en Corinto, donde una joven muchacha, hija del alfarero Butades de Sición, habría trazado el contorno de su amante sobre una pared, a la luz de una vela.“La sombra” como tema artístico ha estado indivisiblemente unida a la historia del arte occidental. Su intencionalidad ha sido fundamentalmente naturalista, al subrayar la verosimilitud de lo representado. Pero cada época la ha dotado de connotaciones diferentes. La presente exposición —lejos del formato monográfico al uso— se propone llamar la atención del visitante sobre el amplio espectro de implicaciones, problemas y soluciones suscitado por la representación de la sombra en el arte desde el Renacimiento hasta nuestros días. Algunos de los objetivos de esta exposición son poner de relieve la existencia de caminos transversales y mostrar los hilos, a veces ocultos, que unen, pese a la distancia cronológica, las épocas y los artistas.Museo Thyssen-Bornemisza
1La invención de la pintura
2Renacimiento
3Barroco
4Romanticismo
5Simbolismo y fin de siglo
6ImpresionismoFundación Caja Madrid
7Realismos modernos
8Surrealismo
9Del pop art a nuestros días

http://www.museothyssen.org/thyssen/exposiciones/WebExposiciones/2009/LaSombra/index.htm